lunes, 7 de noviembre de 2011

Alimentacion en los siglos medios

Medio siglo de agricultura y alimentación

A continuación se presenta un panorama histórico de los principales acontecimientos y tendencias de la agricultura y la alimentación en los cincuenta últimos años. Está basado fundamentalmente en las ediciones anuales de El estado mundial de la agricultura y la alimentación, iniciadas en 1947. En ellas queda registrado más de medio siglo de logros y fracasos en la esfera del desarrollo agrícola y rural y de la seguridad alimentaria. Algunos temas y preocupaciones se repiten con frecuencia, pero se observan también grandes transformaciones que hacen que la agricultura mundial de nuestros días sea muy distinta de la de hace medio siglo. El entorno económico y político ha cambiado profundamente, las tecnologías han conocido enormes progresos y la orientación y prioridades de las políticas han evolucionado.
En esta sección se intenta describir los cambios descritos por la FAO en la publicación El estado mundial de la agricultura y la alimentación, particularmente -desde 1957- en los capítulos especiales sobre temas concretos. Algunos acontecimientos que, retrospectivamente, han resultado de gran importancia pero que en su momento se pasaron por alto o se examinaron de forma incompleta o imprecisa, se han añadido o completado con información adicional en el presente examen. Éste es inevitablemente de alcance selectivo, y no se han incluido las numerosas actividades e iniciativas de la FAO que han recibido amplia publicidad en otros documentos, con excepción de algunos acontecimientos importantes en que la Organización ha desempeñado un papel principal.
Se espera que esta descripción retrospectiva resulte interesante, no sólo como recuerdo del pasado sino también como material de reflexión sobre cómo se ha avanzado hacia el logro de la seguridad alimentaria y en la promoción del desarrollo agrícola y rural, cuánto es lo que queda por hacer y, habida cuenta de la experiencia pasada, qué es lo que, probablemente, permitirá conseguir mayores progresos.
LA SITUACIÓN HACE MEDIO SIGLO
Devastación y reconstrucción; situaciones de escasez alimentaria;
concentración geográfica de la riqueza y del suministro de alimentos;
Asia, motivo principal de preocupación
La segunda guerra mundial tuvo una profunda influencia en la agricultura mundial. De acuerdo con publicaciones anteriores de 
El estado mundial de la agricultura y la alimentación
, la producción agrícola mundial al final de la guerra era un 5 por ciento -un 15 por ciento en cifras per cápita- inferior a la de antes de la conflagración. No obstante, los efectos del conflicto mundial fueron muy distintos según las regiones. La agricultura sufrió masivas devastaciones como consecuencia de la guerra en toda Europa, en la URSS, en grandes zonas de Asia y el Pacífico y en África del Norte. La fuerte caída de la producción agrícola en esas regiones1, unida a la incapacidad general de financiar importaciones de alimentos, tuvo como resultado situaciones agudas de escasez de alimentos incluso cuando cesaron las hostilidades. Estos problemas se agravaron por una serie de sequías en 1946 y 1947 en la URSS, África del Norte y grandes extensiones del Extremo Oriente. Se registraron también situaciones agudas de escasez en el sector de la pesca, afectado por la pérdida y confiscación de las embarcaciones y equipos de pesca. Cuatro quintas partes del suministro pesquero mundial se habían producido anteriormente en zonas afectadas por la guerra. También en la silvicultura el efecto de la guerra fue grave. Los daños directos provocados en los bosques y en las industrias forestales fueron especialmente destructivos en Europa central y oriental, incluida la parte occidental de la URSS, y en algunos países del Lejano Oriente. El esfuerzo bélico, culminado con la interrupción del comercio costero, dio lugar a una tala excesiva de árboles para combustible y a la destrucción de bosques en muchas partes del mundo.
En fuerte contraste, los suministros de alimentos fueron abundantes en algunos de los principales productores que habían quedado relativamente al margen del conflicto -el Canadá, los Estados Unidos, Australia y Argentina. Como en la primera guerra mundial, estos países se convirtieron en abastecedores de alimentos para sus aliados y realizaron esfuerzos especiales por estimular la producción. De hecho, sobre todo en el caso de la agricultura de América del Norte, los años de la guerra fueron un período de expansión y prosperidad. La producción agrícola de esta región aumentó un tercio en comparación con los niveles de antes de la guerra, y las exportaciones netas de cereales subieron de aproximadamente 5 millones de toneladas en 1938 a un promedio anual de 17,5 millones de toneladas en 1946-1948. Las importaciones netas anuales de cereales en Europa subieron de 9,5 millones a 14 millones de toneladas durante el mismo período. En lo que se refiere a las regiones en desarrollo, tanto Asia como África pasaron de tener excedentes a registrar déficit de cereales, y el cambio fue especialmente pronunciado en el caso de Asia (que registró una caída de +2,2 a -3,7 millones de toneladas entre 1934-38 y 1946). América Latina y el Caribe, África, el Cercano Oriente y Oceanía sólo sufrieron los efectos indirectos de la guerra (con escasez de medios de producción, o pérdida de suministros de importación o mercados de exportación), y la guerra tuvo efectos relativamente pequeños en la agricultura regional.
Al examinar estos resultados regionales tan diversos, ya en 1948 El estado mundial de la agricultura y la alimentación (probablemente recordando los excedentes de los años treinta inducidos por la depresión) alertaba sobre la existencia paradójica de un exceso gravoso de suministros alimentarios en algunas partes del mundo mientras que en otras se registraban situaciones de aguda escasez. Se expresaba también el temor de que la producción de alimentos en países con excedentes pudiera superar la capacidad de importación de los países con déficit de alimentos -muchos de los cuales sufrían una fuerte escasez de divisas- y que el excedente de capacidad de los grandes productores y exportadores pudiera adquirir carácter estructural. Se observaba también que la demanda, en particular la de productos forestales, disminuiría cuando se hubieran atendido las necesidades de la reconstrucción, y que los productos sintéticos desplazarían a varias materias primas agrícolas. En contraste con algunos economistas que proponían medidas para reducir la oferta, la FAO se declaró partidaria de aumentar la demanda, dado el nivel nutricional tan bajo de la población, incluso en algunos países industrializados.
Un suministro alimentario excedente en algunas partes del mundo coexistía con agudas escaseces en otras. Para elevar los niveles nutricionales se necesitaba un incremento de la demanda.

Regiones en desarrollo

En las primeras publicaciones de El estado mundial de la agricultura y la alimentación se observan preocupaciones regionales radicalmente diferentes de las de hoy. En los exámenes regionales se prestaba gran atención a los problemas de Asia, mientras que otras regiones quedaban en segundo plano. En particular, se señalaba a África como la región económicamente menos adelantada, pero se preveía que el desarrollo económico y social y las mejoras del bienestar social eran sólo cuestión de tiempo (véase el Recuadro 11).
En lo que se refiere a Asia, el informe describía algunos problemas aparentemente insuperables. Esta región tenía casi la mitad de la población mundial y sólo una quinta parte de la tierra del planeta. No obstante, la economía de la región dependía todavía de la agricultura en buena medida. Por otro lado, la productividad agrícola de gran parte de la región era muy baja. Por ejemplo, la producción de cereales por hectárea de la tierra cultivada en la India era, según las estimaciones, un 20 por ciento inferior, en promedio, a la de los países en desarrollo en general; y la producción de cereales por trabajador en la India, Indonesia y China era significativamente más baja que la media de los países en desarrollo. Las estructuras agrícolas de Asia meridional presentaban una nefasta combinación de aprovechamiento extensivo de la tierra y fuerte coeficiente persona-tierra. No sólo había una baja productividad agrícola sino que casi tres cuartas partes de la mano de obra estaba empleada en la producción de una alimentación que resultaba insuficiente. La ingestión de calorías era de aproximadamente 2 000 kcal per cápita al día, y la mayor parte de la población vivía en pequeñas explotaciones, donde producían la mayor parte de lo que comían y comían la mayor parte de lo que producían.
La guerra dio mayor relieve a estos problemas tradicionales de Asia. El sector alimentario sufrió notablemente como consecuencia de la guerra, la inestabilidad política y los desplazamientos de personas. La ingestión de calorías per cápita durante esos años disminuyó en todos los grandes países productores de arroz, con excepción de tres: Birmania (Myanmar), Siam (Tailandia) e Indochina (Viet Nam, República Democrática Popular Lao, Camboya). En la India y el Pakistán, Japón y Filipinas, descendió a aproximadamente 1 700 kcal/día. Las grandes industrias pesqueras de Asia sudoriental sufrieron fuertes pérdidas de buques de pesca y mano de obra.
Al comienzo del período de la posguerra, la región era importadora neta de alimentos, lo que suponía una inversión de su tradicional situación excedentaria. Este cambio se consideró de gran importancia para el mercado alimentario mundial y planteó el interrogante, todavía debatido en la actualidad en el caso de China, de hasta qué punto la demanda de alimentos en los países densamente poblados de Asia superaría a su capacidad de producción interna y generaría tensiones en los mercados mundiales de alimentos.
La situación de la posguerra fue muy diferente en América Latina. Durante la guerra y después de ella, la región continuó la rápida expansión económica registrada durante gran parte de los años veinte y treinta. Esta expansión se consiguió en mayor medida que en todas las demás regiones en desarrollo gracias a estrategias de desarrollo basadas en el crecimiento industrial y la sustitución de importaciones, que generó un considerable crecimiento de la actividad industrial. Entre 1934-38 y 1947 la producción industrial casi se duplicó, mientras que la producción agrícola creció sólo un 20 por ciento.
No obstante, la agricultura dominaba todavía la economía de la región, y representaba en 1950 aproximadamente una quinta parte del PIB total y daba empleo a casi la mitad de la mano de obra. Un alto nivel de empleo y el rápido crecimiento de los ingresos reales crearon una fuerte demanda de alimentos, sobre todo en las ciudades. Las tasas anuales de crecimiento demográfico en los últimos años cuarenta fueron del orden del 2,7 por ciento, las más elevadas de todas las regiones, y el PIB per cápita creció entre un 2 y un 3 por ciento. A pesar del sesgo de las políticas en contra de la agricultura, debido al impulso de la industrialización (compensado en parte por el apoyo público directo ofrecido en diversas formas), este sector consiguió notables resultados, y la producción alimentaria en general pudo estar a la altura de la expansión de la demanda. Esta región continuó siendo también exportadora neta de alimentos y productos agrícolas, aunque varios países mostraron una creciente dependencia de la importación de alimentos. El favorable comportamiento de la agricultura y la expansión de los ingresos se tradujo en una mejora de la alimentación. La ingesta alimentaria regional, estimada aproximadamente en 2 400 kcal per cápita/día en 1947 (antes de la guerra era de 2 200) era relativamente elevada en comparación con las de otras regiones en desarrollo. No obstante, los niveles eran desiguales en los distintos países (Argentina, 3 100 kcal; Perú, 1 900 kcal) y grupos de ingreso.

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